Bajo una luna impetuosa ansiaba comerse al mundo. El apetito de su impaciencia la consumía, mujer, impávida, gélida, manipuladora, cazadora. Se escondía en una maravillosa careta de mujer tímida, dulce y angelical.
La desnudó bajo esa luna, la desnudó, más no descubrió ni un ápice de su alma hasta que ésta le arrebató a mordiscos la familia, el dinero y su dignidad.