Invernal.

sábado, 29 de mayo de 2010

Estaba ocupada en los demás como para ver cómo caía la lluvia y ensimismarme en la melancolía de un día de invierno. Las noticias trágicas vuelan cual Hermes por los aires y hacen que un extraño presentimiento haga saltar tu corazón de golpe, tratando de atravesar tu pecho y salir corriendo hacia donde te llama dicha tragedia.

Mientras iba en el metro, me preguntaba cómo todas aquellas personas (desconocidos) que me rodeaban no sentían compasión por mi dolor y cambiaban sus sonrientes o mejor dicho, sus indiferentes caras, acaso ¿no veían el dolor en mis ojos? ¿No sentían como el suelo se me estaba derrumbando bajo los pies, no verían la daga atravesando mi pecho ensangrentado, ni mis manos constriñendo la pena a mares?

Desde entonces, cuando voy en el transporte público, ya no me pregunto por la vida de aquellos, si no por la mía y mi dolor, por la mía en este nuevo año que, el cielo nos regala otro día de dulce melancolía en una lluvia invernal.