Un otoño diferente.

domingo, 22 de mayo de 2011

Una caminata inofensiva, por los por los parques a mediados de otoño, con la característica melancolía de las hojas en aquellas fechas, que, una a una se reúnen para alfombrar los pasos alentados de quienes disfrutan su desfile desde la rama al pasto húmedo de las frías mañanas.

Por las ventanas asomándose los primeros madrugadores de mediodía, luciendo un café y una bata, con los canes trotando entre palomas y unas nubes enternecedoras que tapizan el sol para no darle tregua.

Las puntas de los dedos enfriados por la falta de los guantes (“pues aún no son necesarios” piensan quienes no piensan en las puntas de sus dedos) mientras pasean pensando en la mortalidad del cangrejo y en las sonrisas que esperan después de verle…


Con un abrigo rosa se aproxima una señorita de piel blanca, encantadora como un tazón de chocolate caliente en estas fechas y acogedora como el abrazo añorado por semanas. Las flores aun sobrevivientes al clima parecen sonreírles como ellos a la vida y tomados de las manos le dan una cálida despedidas a las hojas que alfombran su pasear lento y sin rumbo por los parques a mediados de otoño.

Un otoño diferente.

Una caminata inofensiva, por los por los parques a mediados de otoño, con la característica melancolía de las hojas en aquellas fechas, que, una a una se reúnen para alfombrar los pasos alentados de quienes disfrutan su desfile desde la rama al pasto húmedo de las frías mañanas.

Por las ventanas asomándose los primeros madrugadores de mediodía, luciendo un café y una bata, con los canes trotando entre palomas y unas nubes enternecedoras que tapizan el sol para no darle tregua.

Las puntas de los dedos enfriados por la falta de los guantes (“pues aún no son necesarios” piensan quienes no piensan en las puntas de sus dedos) mientras pasean pensando en la mortalidad del cangrejo y en las sonrisas que esperan después de verle…


Con un abrigo rosa se aproxima una señorita de piel blanca, encantadora como un tazón de chocolate caliente en estas fechas y acogedora como el abrazo añorado por semanas. Las flores aun sobrevivientes al clima parecen sonreírles como ellos a la vida y tomados de las manos le dan una cálida despedidas a las hojas que alfombran su pasear lento y sin rumbo por los parques a mediados de otoño.